Carlos y Alicia eran adolescentes cuando se produjo el flechazo en Rosario. Se casaron, formaron familia, pero llegó la pandemia y ella no pudo sobrevivir al coronavirus. Para recordar al amor de su vida, él le hizo un romántico homenaje que se viralizó. “El Covid logró lo que la vida no pudo… separarnos”
“Durante 51 años Alicia reposaba su cabeza en mi brazo izquierdo antes de quedarnos dormidos …hoy la cama me queda grande”, se lamenta Carlos Maraval (65). Hace unos meses su mujer, su primer amor, murió luego de contagiarse de COVID-19.
“El Covid logró lo que la vida no pudo… separarnos”, repite una y otra vez. De hecho. lo imprimió en un papel para recordar esa historia que comenzó en Rosario cuando ambos tenían 15 años. Él, estudiaba en el Politécnico y ella en una escuela pública Normal N°2. Amantes de las ciencias coincidieron en una feria nacional que se extendió casi dos meses. Todo parecía muy dedicado al estudio, pero el flechazo ya los había alcanzado.
Corría el año 1969 y Alicia tomó la iniciativa. “Me llamó por teléfono a mi casa para agendar nuestra primera cita. Había sacado el teléfono de mi documento, una vez se me había caído… y ella se lo memorizó”.
Una esquina de Rosario
Así fue como el 31 de octubre de ese mismo año, él la esperó en una esquina de la avenida Córdoba en el centro de la ciudad. Alicia llegó con su delantal blanco, salía de clases. Caros, con su carpeta de estudio. “Fuimos a tomar un refresco al bar de enfrente, hablamos un rato largo y luego la acompañé a su casa. Eran otras épocas, no había ningún tipo de contacto”, lo rememora con detalles y entusiasmo.
Desde ese día nunca más separaron: paseos bajo el sol por el Monumento de la Bandera, caminatas románticas por la Plaza José Hernández… Cualquier excusa era linda para verse. La conexión era evidente.El día de la boda el 21 de diciembre de 1974
Después de cinco años de noviazgo, llegó la formalización y la propuesta de casamiento. “Era el paso a seguir. Ambos queríamos formar una familia. Entonces el 21 de diciembre de 1974 nos casamos en la iglesia central. Para mí fue todo un acto de responsabilidad”, dice Carlos.
La familia de a cinco
Al poco tiempo de casados vinieron los tres hijos varones: Leonardo, Germán y Gerardo. “Son todos muchachos de bien. Con la rubia hicimos bien la tarea”, admite orgulloso. Mientras tanto Alicia se dedicó al hogar, Carlos dividió su tiempo entre el trabajo y terminar su carrera de ingeniero eléctrico. “Gracias a ella pude finalizar mis estudios, por eso fuimos los cinco a buscar mi título universitario”.Carlos y Alicia con sus tres hijos en 1994
La vida siguió y la relación entre ambos fue de compañerismo, amor, respeto y cierta idolatría. “Compartir la vida con Alicia fue algo único. Siempre me hizo sentir que vivía en un palacio, y la realidad estaba lejos de eso… pero ella estaba en cada detalle para que la vida fuera más linda. Lo mediano lo transformaba en extraordinario. Era elegante, hermosa, inteligente”.En la celebración de sus 47 años de casados
Terminaron de criar a sus hijos -que de a poco dejaron el hogar- y empezaron juntos esa nueva etapa de la vida. “Forjó aún más nuestra relación. Si bien sufrió ese sentimiento de cierto ‘nido vacío’ nos volvimos inseparables. Solíamos dejarnos cartelitos de papel en los rincones de la casa para recordarnos cuánto nos queríamos, ella trasmitía sus ideas con claridad y dulzura”.
Un amor con huella
Pero llegó el COVID-19. Y Alicia no sobrevivió. El tsunami de la pandemia se había metido en su casa, le había arrebatado a la mujer de su vida. Mientras la extrañaba sin pausa, el 20 de junio de 2021, Carlos hizo a mano un corazón con una cartulina amarilla que luego plastificó para homenajear a su mujer. Con letra prolija escribió la fecha de la primera cita, sus nombres, la edad de ambos y la frase “El covid logró lo que la vida no pudo”. Lo pegó en una columna de mármol, en la esquina de su primera cita, “lo más alto que pude para que nadie lo arrancara”, dice.El cartel que le hizo Carlos a Alicia como homenaje a su amor de cinco décadas
Su hijo, Leonardo, compartió en sus redes sociales el gesto de amor de su padre para inmortalizar la relación y a las pocas horas se viralizó. “Fue mi manera de hacer trascender este amor de cinco décadas”, dice Carlos. “Así lo sentí, y quiero que todos lo sepan”.
El virus se coló
Nadie puede saber dónde se enfermaron porque la familia Maraval se cuidó durante toda la pandemia. “Ella sufría con la cuarentena y el encierro porque quería ver a sus hijos y a sus nietos. Para la Navidad del 2020 nos reunimos en el patio de la casa de mis hijos”. A los pocos días empezaron los síntomas.Con los cuatro nietos
El 28 de diciembre Carlos supo que tenía COVID-19 y, por ser contacto estrecho, Alicia también. Los otros miembros de la familia no se contagiaron. Los primeros días los transitó con síntomas leves, pero al décimo día el cuadro se complicó: la debieron internar en el Hospital Español, primero en terapia intermedia y luego intensiva. Finalmente Alicia murió.
Esta historia quedó con capítulos sin completar. La pandemia la golpeó de lleno. “Ya nada es lo mismo”, admite Carlos. “Los días son largos, grises y volver a casa es lo que más me cuesta. Ni te cuento cuando me acuesto… la cama me queda grande”.