Especialistas indicaron que a partir de la pandemia las consultas incrementaron. Sin embargo, la problemática viene de antes a causa de factores como la exposición a las pantallas, el trabajo de padre y madre tiempo completo, y la falta de vínculo con otros niños.
Si bien las dificultades en el habla de los niños, de dos a cuatro años, son temas de preocupación de especialistas incluso antes de la pandemia, indican que cada vez hay más consultas sobre este tema, y que puede deberse a diversos motivos como secuelas postaislamiento, la exposición temprana a los teléfonos celulares y un cambio generalizado en la crianza.
Al ser consultada, la psicopedagoga especializada en atención temprana, Alejandra Venialgo expresó a PRIMERA EDICIÓN, “hoy en día la demanda por dificultades en el lenguaje es increíble, un 100%, y son muchos los motivos que podrían desencadenarla, como la exposición temprana a la pantalla y la baja interacción de los chicos con su grupo de pares”.
El no asistir al jardín, y compartir con sus pares y maestras, más la cantidad de niños que no tuvieron otro infante en la familia para interactuar en el período de aislamiento donde la consigna era cuidarse, es donde pisó fuerte la pandemia, según la especialista.
“Somos seres sociables, entonces al disminuir la capacidad de socialización, los chicos pasaban más tiempo con la pantalla, aparte todo se digitalizó, y ellos perdieron la necesidad de comunicarse con el otro”, explicó la psicopedagoga. Es así que comienzan a esgrimir, cada vez más, señas y gestos.
En esa misma línea, la fonoaudióloga especialista en primera infancia y trastornos de lenguaje infantil, Diana Lewchuk agregó, “es algo que viene de un tiempo atrás por el estilo de vida, la crianza con padres y madres que trabajan mucho, especialmente la mujer que hoy en día trabaja más que antes y que no está tanto con el bebé”.
Es así, bajo esas circunstancias, que aparecen con fuerza los dispositivos tecnológicos y plataformas audiovisuales donde el niño “pasa a ser un espectador”, dejando atrás ese ida y vuelta que antes se daba a través del juego, fundamental para su edad.
Sin embargo, a pesar de esto, muchas veces estos dispositivos les permiten a los padres, “tener un tiempo para realizar sus tareas diarias”, indicó la fonoaudióloga, haciendo inevitablemente que los niños no adquieran algunas habilidades que antes sí se adquirían, como la paciencia, la tolerancia y la capacidad de espera.
¿Qué dice la OMS al respecto?
El último informe de la Organización Mundial de la Salud fue contundente en su mensaje que los niños menores de dos años no deben ser expuestos a la televisión y pantallas de dispositivos como celulares, tablets y la televisión, y los infantes de tres a cinco años como máximo una hora al día.
Entre los argumentos que esgrimieron, a partir de un estudio realizado, están los cada vez más predominantes “comportamientos sedentarios” como estar sentado en el pupitre en la escuela, ver la televisión o jugar videojuegos.
Por otro lado, el uso de pantallas está relacionado a la falta de sueño y mala calidad del mismo, lo que a su vez está vinculado con el sobrepeso y la obesidad en la infancia y a las afecciones psicológicas y mentales entre los adolescentes. En cuanto a la falta de actividad física, se reveló que un 80% de los adolescentes obesos no se mueve lo suficiente.
A pesar que no hay datos en cuanto a niños pequeños, se sabe que la primera infancia es un período de rápido desarrollo físico y cognitivo, en el que se adquieren hábitos y rutinas. He ahí el problema de la exposición temprana y durante más tiempo a las pantallas.
Respecto a esto, el organismo internacional recomienda “hacer que los niños vuelvan a jugar”, en lo posible al aire libre.
Signos de alarma para consultar un especialista
“Mi hijo no habla”, “no se comunica”, “no me mira”, “hace muchos berrinches”, “no me hace caso”, “no me entiende” destacó Venialgo como las consultas más frecuentes que se reciben en el Espacio Psicopedagógico.
En su caso, Lewchuk agregó que hay muchas consultas de madres y padres que argumentan con preocupación, “en casa se le entiende, pero en la escuela no”.
Ante estos reiterados casos, ambas profesionales, cada una desde su espacio de consultas, realizan una intervención interdisciplinar.
“Cuando el niño llega lo primero que se hace es descartar algo orgánico en la audición” expresó la fonoaudióloga, luego se realiza una evaluación no sólo en el plano de lo expresivo sino de lo comprensivo, para finalmente, a partir de eso trabajar siempre en diálogo con las áreas que sean pertinentes.
En su caso, la psicopedagoga mencionó, “nosotros generalmente lo primero que hacemos es un diagnóstico previo, y desde ahí vamos trabajando de manera interdisciplinar con nuestro equipo de pediatrías, psicopedagogos y psicólogos, de ser necesario”.
El abordaje multidisciplinar es la única alternativa, coincidieron, ya que el habla y la lectoescritura son mecanismos complejos.
En muchos casos, “después que el niño llega con la dificultad para comunicarse, empiezan cuestiones emocionales como la frustración del infante y de la madre, donde a veces hasta se corta el vínculo familiar, ya que los padres no entienden a su propio hijo, generándose una angustia generalizada”, admitió Venialgo.
En cuanto a los signos principales que hay que tener en cuenta a la hora de consultar:“Se recomienda consultar siempre que existan niños entre cuatro, cinco y seis años que no tengan incorporado la totalidad de los sonidos adquiridos en el campo expresivo. También si un niño pareciera no comprender todo lo que le indicamos o ya tiene tres años y todavía no habla”, indicó Lewchuk.
En ese sentido, agregó “hay que tener en cuenta que entre los tres y cuatro años tienen que saber decir oraciones completas”. Por otro lado hay que prestar atención si el infante cambia los sonidos de algunas letras, no sigue instrucciones o no responde coherentemente a preguntas abiertas”, expresó.
La importancia de consultar a tiempo radica, según esta especialista, en que es necesario adquirir el código lingüístico para poder acceder luego al código lectoescrito, es decir, un niño que pronuncia mal las palabras, a la larga escribirá como le sale hablar.
Resistencia a la alfabetización: otra dificultad
Otra de las cuestiones notorias que manifestaron las especialistas consultadas, es la resistencia a la alfabetización. Así lo advirtió la psicopedagoga Venialgo.
“Es más difícil para ambos, para ellos alfabetizarse, y para nosotros que nos cuesta un poco más llegar a eso. Hay chicos que aprenden a leer en el primer grado recién fluido o en segundo, o recién en tercero”, explico.
Esto marca una diferencia con algunas décadas atrás donde “en el preescolar se aprendía todas las letras, a hacer lecturas cortas, hasta leer oraciones largas y hoy cuesta muchísimo llegar a eso”.
Eso por su parte, justifica una gran demanda de niños que necesitan estimulación, pero donde después, “con nuestras especialistas vamos desentrañando que hay más cosas, no es sólo la falta de estímulo”, afirmó.
Para aclarar el panorama la especialista explicó, “el niño si no tiene otro problema orgánico, por una cuestión madurativa, a cierta edad tiene que poder hacer la correcta lectura y escritura”.
Es por eso que “siempre le decimos a los padres que hasta cierta edad sí puede ser por mimado, como suelen decir, pero llegado el momento el niño debería poder leer y escribir” señaló. Lo mismo ocurre con el habla, indicó Venialgo, “siempre y cuando no exista alguna dificultad específica, al menos por imitación, debe poder hablar porque llega un momento que se le despierta el lenguaje y habla aunque no entienda”.
Ante esto, Lewchuk hizo un desdoblamiento y finalizó, “para que el lenguaje se desarrolle bien, necesitamos dos factores, un sistema neurobiológico innato, sano y el correcto estímulo del ambiente. A la falta de uno de estos factores, el lenguaje no se desarrolla”.
Aumento gradual de especialistas
Otro factor que tuvo mucho que ver en el incremento de consultas por dificultades del lenguaje, es el aumento de especialistas y especialidades que abordan estos problemas explicó Venialgo.
“Ahora hay más especialistas y tanto padres, docentes y médicos perciben y visibilizan más esta dificultad, hoy en día cuando van al pediatra no sólo miran el peso, la talla, la altura, sino también el desarrollo en la escuela, el lenguaje, la interacción social, es decir, se pone mucho foco en esto, no solamente la parte biológica”, expresó la psicopedagoga.
Asimismo, se debe considerar que muchas consultas que debieron hacerse en época de aislamiento, por tratamientos o controles, se vieron postergados; y ahora al reanudarse las clases presenciales, muchos padres quieren retomar la asistencia a consultas.
A pesar del incremento de profesionales, en el campo de la fonoaudiología se sigue registrando mucha demanda y falta de profesionales, admitió Lewchuk.
“Es muy duro para nosotros escuchar los relatos de los padres de hijos que no pueden ser atendidos pronto, porque son niños que realmente necesitan atención y no se les puede dar de manera inmediata”, añadió.
A su vez, explicó que necesidad se ve de manera generalizada, no solamente en la provincia, que tiene alrededor de 100 matriculados especializados en diversas áreas como audición, atenciones del lenguaje, trastorno del espectro autista, sino a toda la región y el país.
“La tartamudez, por ejemplo, es una de las tantas especialidades que aborda la fonoaudiología, tenemos solamente un profesional para toda la provincia”, agregó.
Es por eso que en la actualidad, muchos de estos especialistas trabajan con turnos que demoran hasta un mes. Este pico de demanda, hizo que incremente la cantidad de profesionales que “se modernizaron y agregan a su cartilla de servicios, las consultas de telemedicina”.
Fuente: Primera Edición