Estos hongos parásitos consiguen alterar el sistema nervioso de las hormigas y hacer que se comporten como zombis. ¿Cómo lo hacen?
El hongo Ophiocordyceps unilateralis es, probablemente, uno de los parásitos más famosos del mundo, y no es para menos, ya que es capaz de alterar el comportamiento de las hormigas para completar su ciclo vital de una forma bastante aterradora.
Sus desafortunadas hospedadoras son un tipo de hormigas carpinteras, Camponotus leonardi, que viven en una especie de nidos construidos en las zonas altas de los árboles en zonas tropicales. Como explica el bioquímico y divulgador David G. Jara en su libro El encantador de saltamontes y otros ensayos sobre la historia natural de los parásitos, las esporas de este peculiar intruso atacan inicialmente la cutícula externa del insecto para desarrollar el hongo en su interior. A los pocos días, “la hormiga se encuentra sometida al dominio absoluto del hongo, mostrando un comportamiento anormal, muy diferente al de sus compañeras no infectadas”. De esta forma, el insecto pierde su voluntad y el control de sus actos, comenzando a realizar movimientos descontrolados y aleatorios hasta caer desde sus nidos a las hojas situadas a nivel de suelo. Cuando la hormiga muere definitivamente, el hongo desarrolla un cuerpo fructífero en forma de tallo que “germina en el interior de la hormiguita, atraviesa la cabeza del insecto y comienza a crecer hacia el cielo”. Esto le permite liberar sus esporas en un sitio fresco y húmedo, protegido de la radiación de las alturas. Las esporas permanecerán a la espera de que alguna otra desgraciada hormiga abandone las alturas (algo que puede suceder, por ejemplo, bajo condiciones de escasez de alimento) para infectarla y volver a comenzar el ciclo.
¿Cómo consigue el hongo manipular el comportamiento de la hormiga carpintera? La respuesta se encuentra en el fenotipo extendido, un concepto acuñado por el biólogo Richard Dawkins en su famoso libro El gen egoísta y que explica el comportamiento suicida de algunos organismos cuando un parásito se aloja en su interior. Básicamente, el hongo está expresando su genotipo (genes) en el fenotipo (rasgos observables) de la hormiga y no en el suyo propio. O, dicho de otra manera, el comportamiento de la hormiga no es consecuencia de la expresión de sus propios genes si no de los del parásito.
Hongos hiperparásitos
La terrorífica relación de parasitismo entre este tipo de hongos y sus víctimas está bastante bien estudiada y cada vez se conocen más detalles sobre su funcionamiento. Por ejemplo, en 2012 la revista PLOS ONE se hizo eco del descubrimiento de una insólita estrategia defensiva frente al hongo zombi: otro hongo. “Es un caso en el que la biología supera a la ficción”, explicaba el investigador de la Universidad Estatal de Pensilvania y autor del artículo David Hughes. “El hongo hiperparásito castra al hongo que convierte a la hormiga en zombi para impedir que expulse sus esporas. Gracias a que el hongo hiperparásito impide la difusión de esas esporas, se producirán menos infecciones en otras hormigas”.
Una antigua especie que se introducía por el recto de las hormigas
Por si fuera poco, y para seguir desafiando la imaginación, hace pocas semanas la revista Fungal Biology revelaba el descubrimiento de una nueva especie de hongo similar a las del género Ophiocordyceps que invadía a las hormigas introduciéndose por su recto. Se trata del espécimen más antiguo conocido hasta ahora de hongo que parasita hormigas: fue encontrado en una pieza de ámbar de unos 50 millones de años de edad. Dicha muestra contenía una hormiga carpintera del género Camponotus de cuyo orificio rectal brotaba el hongo, que ha sido bautizado como Allocordyceps báltica.
Se trata de un nuevo género y especie de hongo que comparte algunas características con Ophiocordyceps, pero que también muestra varios rasgos de su desarrollo exclusivos, entre ellos que el ascoma o estructura de reproducción sexual del hongo no surge del cuello o cabeza de la hormiga. “En la muestra se ve un gran ascoma naranja en forma de copa con peritecios – estructuras en forma de matraz que dejan salir las esporas- en desarrollo que emerge del recto de la hormiga”, ha explicado George Poinar, investigador en la Universidad Estatal de Oregón y primer autor del artículo. “También se conservan cuerpos de hongos independientes que tienen peritecios y lo que parecen sacos en los que se desarrollan las esporas. Todas las fases, tanto las adheridas al cuerpo de la hormiga como las independientes, son de la misma especie.
Para los autores, al tratarse del registro fósil más antiguo conocido hasta ahora de parasitismo fúngico en hormigas, este hallazgo será útil para usarse como referencia en futuros estudios sobre el origen de la asociación hongo-hormiga y en los que, seguramente, la biología nos seguirá sorprendiendo con descubrimientos que superan las más enrevesadas historias de ficción.
Fuente: https://www.muyinteresante.es/