El intérprete estrena ‘El rey de Zamunda’, continuación de la exitosa comedia de finales de los ochenta en la que recupera al reparto original
Eddie Murphy (Nueva York, 59 años) consiguió a finales de los ochenta que se convirtiera en un fenómeno cultural en todo el mundo una película con un reparto de intérpretes negros que contaba la historia de un príncipe africano que viajaba a Nueva York en busca del amor. El actor y productor de El príncipe de Zamunda (Coming to America, en su título original) asegura por teléfono desde en su casa de Los Ángeles, de la que no ha salido en casi un año por la pandemia, que ese título es en parte responsable —con otras de sus películas— de que se haya convertido “en el único actor negro en la historia que ha conseguido tener una audiencia mundial”.
Más de tres décadas después, estrena El rey de Zamunda, la secuela, y se muestra totalmente convencido de que esta segunda parte revalidará ese título que se ha otorgado sin el permiso de Morgan Freeman, Denzel Washington, Will Smith o incluso Sidney Poitier.
El rey de Zamunda es la versión moderna de la primera entrega, con la misma premisa: “Un cuento sobre el amor, la familia, la tradición, lo que está bien”, explica a EL PAÍS el actor Arsenio Hall (Cleveland, 65 años) sin quitarse, cuenta, la mascarilla, aunque la conversación es por teléfono, una hora antes que la de Eddie Murphy. Aunque son amigos, ni siquiera se juntan en el mismo espacio para hacer la promoción de la película. ”Me da mucho miedo el coronavirus”, justifica el actor que, como el resto del reparto original, repite en su papel de escudero del príncipe Akeem, interpretado por Murphy.
En esta nueva entrega, el príncipe se convierte en rey y tiene que enfrentarse a un dilema: ¿quién heredará su trono si tiene tres hijas, pero solo un varón puede sucederle? Un hijo no reconocido de su primer viaje a Nueva York aparece en la ecuación. Los protagonistas volverán al barrio neoyorquino de Queens en busca del posible heredero y se abrirá un debate en el que se mezclan el feminismo, la raza y hasta la protección del medio ambiente.
“La película no pretende predicar ni convencer al público de determinadas cuestiones”, apunta Murphy, mientras Hall remata: “No es una película sobre los problemas que sufren los afroamericanos o su papel en la historia de Estados Unidos. No aparece la bota de un policía sobre la cabeza de un negro. Estoy orgulloso de haber hecho una película de hora y media para que la gente se ría con nuestro cuento de Zamunda”
. Es decir, en busca de ese éxito global, no dejan de lado la actualidad, pero tampoco ahondan en ella. “Para conseguir que una película sea exitosa en todo el mundo hay que tratar temas universales”, zanja el actor y productor del filme.