Los niños a veces tienen unas preguntas que no se les ocurriría a ningún adulto. Con una simple cuestión pueden sacar los colores a cualquiera. Pero si encima confunden, inocentemente, las palabras con algo más subido de tono, la reacción puede ser de vergüenza o de risa.
Se desconoce cómo fue la respuesta de este profesor de religión del Colegio Comfenalco del municipio colombiano de Ibagué cuando escuchó el audio de uno de sus alumnos de tercero de primaria. Quizá estuvo un rato riéndose, pues recibió el audio del pequeño con una duda sobre los ejercicios, pero se equivocó de palabras.