Por Guido Encina
El 2021 hubo fue un año de tres contiendas que abrieron una serie de interrogantes y gravitan en la escena política local en la que predomina el éxito o el fracaso del misionerismo por encima de los frentes que se plantean como fuerzas antagónicas desde el ámbito nacional. La defensa del oficialismo, por su parte, se plantea una marcada línea que cierra fronteras para condensar políticas públicas con identidad propia ante un escenario polarizado y de permanente crispación que se observa a nivel país.
Lo cierto es que es difícil pensar a la política sin atarla a un contexto para comprender el resultado electoral, o las motivaciones del voto de los ciudadanos aptos para sufragar. La coyuntura allana el terreno para los apresurados dirigentes o aspirantes que actúan de manera inmediata conocidos los resultados de alguna elección sin pensar en el largo plazo. Por eso a lo largo de este análisis vamos a encontrar números que representan un estado de actualidad variante donde el peso de la economía y la circunstacia o clima social enmarca un escenario.
La tecnología, las redes, los nuevos métodos para ejecutar una campaña, ha mutado de manera drástica y determinan una influencia directa con el electorado. En 10 años hay un claro dominio del oficialismo provincial en las distintas elecciones ejecutivas y transita la consolidación de un modelo más independiente, arriesgando porcentajes en las legislativas. Cuando termine el mandato de Oscar Herrera Ahuad, el Frente Renovador de la Concordia cumplirá 20 años en el gobierno. En estas dos décadas, hubo una etapa de nacimiento, crecimiento y consolidación de un modelo político que sabe cómo ganar elecciones, mantener el poder y distribuirlo en momentos que considera apropiado.
La última década, de alguna manera, representa la etapa de crecimiento y consolidación de la Renovación en la provincia. Por cada elección ejecutiva, en la Cámara de Representantes ingresaron por el oficialismo 18 diputados en el 2011, 14 en el 2015 y 16 en el 2019, esto indica una clara confirmación que en este lapso, el partido que lidera y conduce Carlos Rovira, entendió al electorado local y supo como aggiornarse ante determinadas circunstancias. Claro, de ninguna manera, se puede obviar de cualquier tipo de análisis el recurso “Ley de Lemas”.
En 10 años hubo detractores, aliados, amigos, no tan amigos y enemigos en la política misionera. Sin embargo, los agentes del poder oficialista han buscado achicar las diferencias con sus rivales en distintos escenarios para ganar más espacios políticos que le permitan acentuar la idea de penetración del proyecto. Con el paso del tiempo, al frente Renovador de la Concordia se incorporaron partidos, dirigentes, sindicatos y empresarios que en algún momento fueron extremadamente opositores. La mutación de este espacio político tuvo un año bisagra: el 2015. Año en el cambio de gobierno nacional, tras 12 años de kirchnerismo.
El fortalecimiento del proyecto no vino acompañado de un cimiento más ideológico, y los dogmas utilizados descansaron en el término “misionerismo”. La fluidez de la idea se impuso sobre la noción pétrea de las viejas ideologías. Apareció la palabra “refresh” y bajo ese manto, decenas de dirigentes sin compromisos políticos que tomaron la escena electoral como candidatos, y de administración, sin conocer su estado de afiliación partidaria, y mucho menos militancia. De este modo, y después de esa decisión, el frente (que funciona como partido) selló una nueva modalidad para enfrentar los embates electorales.
Despegarse del peronismo (o kirchnerismo), mutando a “aliado estratégico”, para posicionarse del otro lado de la grieta generó desconfianza en muchos de los suyos, aunque muy pocos señalaron la decisión “del jefe” por temor a ser parte de un pasado que la renovación no está dispuesta a volver, o al menos quienes manejan el poder político de la provincia, encabezado por Carlos Rovira, impulsor de una alianza parlamentaria con Río Negro y Neuquén para este 2022 con un enclave en las provincias que pretenden correrse de las compulsas nacionales.
ANALISIS POR AÑO ELECTORAL
Alianza con dedos en V
Un año antes a las elecciones, había fallecido el ex presidente Néstor Kirchner y el escenario político consolidó un proyecto que llevaba ocho años en el ejecutivo. La economía del país fue en crecimiento y la mística se intensificó muy por encima de una oposición que no tomaba forma, pero que empezaba a contar con un liderazgo asentado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En ese tiempo era casi impensado que cuatro años después, Mauricio Macri sea Presidente, de hecho, en las elecciones presidenciales de ese año, el PRO no presentó candidato presidencial, fue con boleta corta y, dato no menor, la fórmula Cristina Kirchner y Amado Boudou se impuso en CABA.
Pero eso fue después de las elecciones provinciales donde la maduración del frente político local hizo una elección histórica: La Renovación obtuvo el 75% de los votos y consiguió 18 bancas en el parlamento misionero. Atrás había quedado esa disputa más pareja con el FpV del 2007, año que Maurice Closs obtiene la gobernación frente a Pablo Tschirsch, el autodenominado candidato de Néstor Kirchner, que había ocupado la vicegobernación cuando Carlos Rovira manejaba el ejecutivo provincial. No obstante, el 2011 el oficialismo se fortaleció políticamente y no dejó lugar para que ningún otro partido o frente se entrometa en sus pretensiones: madurar la idea de un frente provincial, aliado del gobierno de Cristina Kirchner.
Estas elecciones se definen como el sello de buena sintonía del Frente Renovador con el Frente para la Victoria, que había presentado como candidato a gobernador a Luis “Lucho” Viana, que obtuvo un magro 3% de los votos y, que a priori, no era una representación fiel del kirchnerismo. De hecho, meses más tarde, el oficialismo local no perdió la oportunidad de sumarse a la boleta del Frente para la Victoria y conseguir así tres de las cuatro bancas en la disputa de cargos parlamentarios en el Congreso de la Nación.
Fiel a su estrategia, el oficialismo local participó de las elecciones utilizando la Ley de Lemas y polarizando entre dos sublemas que pertenecían a este mismo espacio político, sin dejar margen a que los partidos opositores tengan escasas posibilidades de disputar intendencias, bancas en diputados o en los concejos municipales. De hecho, ese año, tan solo tres de los 75 municipios quedaron en manos de fuerzas que no respondían directamente de la Renovación y se presentaron bajo el manto del Frente para la Victoria: Santiago de Liniers, Almafuerte y Campo Viera.
La jornada electoral del 26 de junio del 2011 terminó con la participación del 75% del electorado en toda la provincia. Maurice Closs fue reelecto y su candidato a vice era Hugo Passalacqua, que cuatro años más tarde, tuvo su recompensa. Muy atrás, y con tan solo el 12% de los votos se repartieron dos bancas en diputados el partido Trabajo y Progreso, que llevó a Claudio Wipplinger como candidato a gobernador y la Unión Cívica Radical, que encabezó Luis Pastori.
Posadas, ciudad con mayor cantidad de electores, tuvo la particularidad que debutó en el cuerpo de la boleta, la figura del Defensor del Pueblo, y como no podía ser de otra manera, el cargo quedó en manos del oficialismo.
Dos meses después, el 14 de agosto, se disputaron por primera vez en todo el país, las elecciones Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO). El debut fue muy auspicioso para el oficialismo, promotor de esta iniciativa sancionada en diciembre del 2009 como la Ley 26.571 – Ley de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral. Con este mecanismo se dejó afuera de la competencia a decenas de partidos minoritarios que no pudieron aggiornarse a este nuevo requerimiento, que no solo exige el 1.5% de votos válidos por las categorías, sino que modificó los distintos reglamentos internos de los partidos políticos de todo el país.
La experiencia en la provincia fue exitosa y hubo un 76% de participación del padrón habilitado. El oficialismo local consiguió una contundente victoria, que no sorprendió a nadie. Logró tres bancas en cámara baja y las dos correspondientes en el Senado. Pero el dato más altisonante, y festejado por el kirchnerismo, es que los representantes que obtuvieron los escaños de la minoría, fueron del Frente para la Victoria: Julia Perié en Diputados y “Juanchi” Irrazabal en la cámara alta. ver placa elecciones ejecutivas nacionales PASO)
Por el Frente Renovador fueron electos: Sandra Giménez, que oficiaba como vicegobernadora junto al “Chin” Salvador Cabral Arrechea, un hombre de trayectoria política identificado como uno de los impulsores de la figura de Andrés Guacurarí como prócer misionero. En Diputados ingresaron José “Pepe” Guccione, Stella Maris “Marilú” Leverberg y Oscar “Lito” Redczuk, que colaboraron con la mayoría de las iniciativas parlamentarias propuestas por el gobierno nacional encabezado por Cristina Kirchner.
Las elecciones nacionales fueron un mero trámite para el kirchnerismo que aumentó el porcentaje de las PASO y logró una elección histórica en todo el país. Cristina fue reelecta cómodamente y dejó muy relegado a la UCR que tenía como candidato a presidente al tándem Ricardo Alfonsín y Javier González Fraga, como también a la pata otra pata peronista representada por Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, bajo el sello del Frente Popular.
Para las generales del 23 de octubre, en Misiones estaban resueltas las elecciones, no había margen para la sorpresa, y con el lazo político entre los oficialismos, la fórmula Fernández – Boudou tuvo un respaldo del 67% de los misioneros, un porcentaje de los más elevados en todo el país, que dejó por el piso a las pretensiones de las fuerzas políticas opositoras locales que no encontraron una referencia de peso para fortalecerse de cara a las siguientes contiendas.
2013 Un ensayo con gusto a poco
El año electoral del 2013 probablemente sea recordado como uno de los peores del Frente Renovador en sus 20 años de gobierno. Si bien la relación con el gobierno nacional, continuaba estrecha, la situación del país no era buena. La economía no mostraba esos índices de recuperación económica, la crisis política interna se acentuó y algunos actores de relevancia empezaron a jugar su propio juego. El kirchnerismo se cerró, los lazos con algunas provincias, sindicatos, empresarios se rompieron, emergieron otras fuerzas políticas que lo debilitaron y la crispación social tomó tinta en las editoriales de los distintos medios de la agenda pública.
Mauricio Macri en CABA y Sergio Massa en Buenos Aires empezaron a esmerilar el poder al Frente para la Victoria, aprovechando el momento de incertidumbre en el escenario político central. El kirchnerismo no comprendió el contexto y confrontó de manera permanente, desgastando así la figura de la máxima referente del país: Cristina Fernández de Kirchner, que tenía dos años para pensar en su sucesor como candidato a presidente y buscar algo de consensos para no ser derrotada en las próximas ejecutivas.
Sumado a esta coyuntura nacional, en Misiones se tomó la decisión de adelantar las elecciones, sin utilizar la herramienta más importante para el oficialismo: La Ley de Lemas. Esto permitió que, por ejemplo, crezca la UCR y otros partidos con representación nacional, obtuvieron más bancas en la Cámara de Representantes, y el oficialismo perdió alrededor del 40% de su caudal electoral, si se compara con el 2011. De esta manera, quedó como evidencia empírica que un buen resultado se encuentra atado al uso de los sublemas en las distintas localidades.
Aquel 30 de junio del 2013 la alegría no fue del Frente Renovador, de hecho, hubo caras largas en la rosadita. En la UCR, PRO y otros partidos, entendieron que el panorama había mejorado y que el oficialismo perdió volúmen electoral, motivos más que importantes para festejar. Los reclamos por las bancas del 2011 no cesaron, a pesar de un fallo de la Corte Suprema que no hizo lugar al pedido de la opocición, sin embargo, llegó un consuelo por la composición de la Cámara, que si bien, no se equilibró, tomaron algo de respiro para avanzar de cara al 2015, que parecía ser algo más alentador.
Desde el gobierno se tomó como un llamado de atención, la UCR fue más votada en Iguazú y Eldorado, dos localidades importantes y con un buen porcentaje del electorado provincial. La Renovación consiguió nueve bancas en diputados y, a pesar de mantener menos votos que toda la oposición, afianzó la mayoría parlamentaria. El radicalismo quedó como la fuerza opositora más representada, obtuvo cinco escaños; y el Partido Agrario y Social se consolidó para las siguientes contiendas, siendo una insignia partidaria local y con un importante apoyo de las localidades de la zona del Alto Uruguay.
No obstante, el debut electoral de los adolescentes de 16 y 17 años fue el rasgo distintivo de esta convocatoria a elecciones, al igual que la inauguración experimental del voto electrónico. Por otro lado, además de elegirse cargos legislativos provinciales, los misioneros también fueron consultados mediante referéndum para la incorporación al texto de la Constitución Provincial de la figura del querellante particular.
En las elecciones legislativas nacionales sólo se votó diputados nacionales, es decir hubo un solo cuerpo en las boletas que compitieron en esta catagoría por tres bancas en la Cámara de Diputados. La particularidad de estas contiendas estuvo marcada por la recuperación de votos que tuvo el Frente Renovador de las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias y las Generales. El oficialismo obtuvo más de 45 mil votos más de una elección a otra y se quedó con un escaño que había sido amenazo el 11 de agosto.
Atadas al contexto nacional, la competencia entre los frentes y partidos locales fue gravitante en materia política porque el oficialismo se puso como objetivo quitarle volumen electoral al ex gobernador, Ramón Puerta, y lo consiguió. Después de unas PASO que repartía una banca para la Renovación, la UCR y el Frente Unidos, hubo un repunte casi sin precedentes. El oficialismo potenció la campaña y consiguió dos bancas para Alex Ziegler y Silvia Risko. Por su parte, la UCR tuvo a Luis Pastori como su representante. Terminados los comicios del 27 de octubre hubo festejos en la rosadita y algo de optimismo en el radicalismo que recuperó un escaño en el Congreso Nacional después de 7 años.
De esta manera, en la cámara baja, el Frente Renovador obtuvo cinco bancas en las últimas dos elecciones nacionales y sus diputados fueron claves para el gobierno nacional que perdió poder en el congreso, debido a los malos resultados obtenidos en provincias como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fé, Mendoza y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
2015 Nacimiento del Misionerismo
Si bien la Renovación siempre se autodeterminó, desde su nacimiento, como independiente de las fuerzas políticas nacionales y mantuvo una cierta independencia en términos electorales, lo cierto es que, en el período de gobierno 2011-2015, fue más que un aliado que generó permanentes celos internos en el FPV local. Los funcionarios de nación entendieron que el poder de la provincia lo manejaba el Frente Renovador y aceitaron todos los vínculos para un trabajo conjunto. De hecho, una prueba de ello fue la propuesta del candidato a presidente Daniel Scioli a Maurice Closs para que sea su ministro de Turismo y Deporte, hecho que no se pudo materializar por el resultado de las contiendas que terminaron con un batacazo que desde el Gobierno Nacional no lo esperaban.
Mauricio Macri fue electo presidente, María Eugenia Vidal gobernadora de Buenos Aires y Horacio Rodríguez Larreta hizo unas elecciones históricas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La política del país mutó a una dirección que pocos esperaban. Dividido el Frente para la Victoria y con figuras que le fueron quitando votos al oficialismo, allanó el camino para que el PRO se consolide como una alternativa novedosa para el electorado. Si bien había conseguido una alianza con la UCR y la Coalición Cívica, fue el partido de Macri el que dominó en la toma de decisiones antes y durante el gobierno que empezó en el 2015.
El kirchnerismo optó por llevar como candidato a presidente a quien, hasta ese entonces, incomodaba a Cristina Kirchner: Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires que se mantuvo siempre distante de las posiciones más extremas y se lo catalogaba como un hombre conciliador y “del establishment político”. El motonauta siempre fue del agrado de los medios más opositores al gobierno de Cristina, de hecho, era criticado internamente por no jugarse como sí lo hacían otros funcionarios de peso, como era el caso de Florencio Randazzo, que no tuvo su oportunidad y pegó el portazo. Por otro lado, la gran derrota fue en Buenos Aires, donde la interna Aníbal Fernández y Julián Domínguez puso la alfombra para que, tras varias décadas, no gobierne el peronismo.
Del otro lado de la grieta hubo festejos con globos, música y una nueva manera de mostrar a la política, aunque varios de ellos formaron parte de algún esquema de gobierno anterior. Para muchos, la despolitización de la política y para otros, una estrategia de márketing aggiornada a esos tiempos con buenas intenciones en pos de terminar con viejas mañas del peronismo. La fórmula Mauricio Macri – Gabriela Michetti llegó a la Casa Rosada después de la tercera elección del año. No hubo traspaso presidencial, se entró en un culebrón sin precedentes que llevó a Federico Pinedo a ser presidente por 12 horas, hasta que entregó formalmente el bastón presidencial.
En Misiones no se adelantaron las elecciones y sólo en las PASO hubo una boleta con cuatro cuerpos: Presidente, Parlamentarios del Mercosur distrito Nacional, Diputados Nacionales y Parlamentarios del Mercosur Regional. En las generales, se sumaron la de Gobernador, diputados provinciales, intendente y concejales, además del defensor del pueblo en la ciudad de Posadas.
El Frente Renovador de la Concordia no llevó una boleta completamente azul del FpV, sin embargo, fueron pegadas al candidato a presidente Daniel Osvaldo Scioli. La participación fue histórica llegando al 82% en las Generales del 25 de octubre y la victoria aplastante: 64% y más de 400 mil votos. Hugo Passalacqua fue electo gobernador e ingresaron a la Cámara de Diputados los cuatro candidatos del oficialismo, no hubo lugar para la oposición que, meses después, tendría un gobierno nacional de su misma insignia partidaria. Misiones fue una de las provincias que más votos le aportó al kirchnerismo, aunque disminuyó ese caudal en el balotaje del 22 de noviembre: de 403 mil votos a 388 mil.
Mientas desde el Frente Cambiemos festejaban la llegada del nuevo gobierno y una buena repuntada, el oficialismo provincial, empezó a tejer una nueva alianza que finalmente llegaría a un escenario propicio para intensificar la idea del misionerismo como única alternativa que vaya por fuera de la grieta. La incertidumbre predominó en las esferas del Frente Renovador, sin embargo, con una demostración de pragmatismo en términos políticos, pero sobretodo en el Congreso de la Nación, hubo gestos de buena voluntad para la construcción del país que proponía el ejecutivo nacional. Las relaciones se aceitaron y hubo un proceso de educación para los renovadores más k, que poco a poco se fueron entendiendo o alejando de la escena.
Cambiemos había estrechado sus alianzas en las provincias más grandes, pero en Misiones eso no pasó y los dos partidos principales, si bien pudieron llevar la boleta de Macri acompañando a sus candidatos, tanto el PRO como la UCR fueron separados. Alex Ziegler, que pretendía ser el gobernador con el Frente Renovador, pegó el garrochazo, tejió una alianza con los hermanos Alfredo y Humberto Schiavoni y terminó en la boleta de Vamos Juntos. Mientras Gustavo González que había sido electo internamente para ser candidato a gobernador por la UCR se resistió a ceder ese espacio por una orden nacional y terminó en un aglomerado con el Socialismo. Entre ambas fuerzas no llegaron a los 150 mil votos en toda la provincia.
Después de estas elecciones, también hubo una restructuración dentro de la oposición que debió incorporar a actores casi desconocidos en la esfera para hacerlos parte y jugar en términos electorales años después, quizás con el mismo recelo entre los dos partidos que componen el frente, pero con líneas nacionales que se respetaron.
En definitiva, con un escenario nacional enrarecido y de mucha incógnita, predominó la astucia del gobierno provincial para adecuarse a un mandatario al que no lo habían apoyado y Hugo Passalacqua empezó a trabajar desde un concepto provincialista colaborativo con el ejecutivo nacional. Por su parte, Carlos Rovira trazó lineamientos políticos para intensificar la idea del misionerismo que tomó forma en los años siguientes. La “no grieta” y bregar por los intereses de los misioneros se mantuvo en las siguientes campañas que se alejaron de la visión maniquea permanente en la que quedaron sumidos los dirigentes representantes tanto del macrismo como el kirchnerismo.
2017 Refresh en el mapa amarillo
Las legislativas del 2017 sea probablemente la mejor elección del Frente Cambiemos. En dos años, la alianza que lideraba Mauricio Macri doblegó en votos al kirchnerismo y triplicó al massismo en todo el país. El gobierno nacional consiguió el espaldarazo que no muchos esperaban. La campaña contra la corrupción y algunos aciertos en materia económica habilitó el pensamiento que tanto se pretendió de las alas más conservadoras del país: el fin del peronismo. Cristina Kirchner compitió como candidata a senadora por Buenos Aires y terminó perdiendo con el ex ministro de Educación Esteban Burllich. En la oposición todo parecía desmoronarse después de estas contiendas, pero desde ese momento el peronismo empezó a trabajar en la unidad.
En otras provincias como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos, Salta y Chaco se impuso Cambiemos, lo que permitió ir coloreando un mapa amarillo con muy buenas expectativas para las ejecutivas del 2019. Una justicia que actuó de manera intempestiva, medios atrás de funcionarios del kirchnerismo esposados y droga decomisada con operativos rimbombantes tuvo un efecto casi de inmediato en el electorado que esperaba las promesas de campaña. Mientras tanto, del otro lado de la grieta remarcaban los aumentos de las tarifas del servicio público o la lejana ambición de pobreza cero. La grieta se intensificó durante este año con declaraciones cruzadas y la polarización estuvo bien representada en los resultados electorales.
Misiones no fue ajena a esta situación y, si bien no se manifestó de manera contundente en las contiendas locales, se notó el repunte de un frente opositor que quedó a 80 mil votos de la Renovación en unas elecciones donde hubo tres fuerzas políticas consolidadas que se repartieron las bancas en la Cámara de Representantes: El oficialismo se quedó con 10, Cambiemos con 7 y el Partido Agrario y Social con 3. De las PASO a las generales no hubo un movimiento abrupto en término de votos. Se afianzaron las alianzas y hubo un leve repunte, pero poco significativo dejando con muy poco margen a otros espacios menores que fueron observantes de unas contiendas sumidas por la maquinaria oficialista y la grieta en lo nacional.
Como en el año anterior, no se adelantaron las elecciones y con una mayor particularidad: se disputaban los tres escaños del Senado. El Frente Renovador no tuvo mayores inconvenientes en ganar estas elecciones y obtuvo dos bancas en la cámara baja, dejando una para cambiemos. Por esos meses, el oficialismo instaba con la frase “gobernabilidad con gobernabilidad se paga”, para que se comprenda el acompañamiento legislativo en el Congreso Nacional a razón del cumplimiento de promesas del ejecutivo para el desembarco de obras y leyes que beneficien a Misiones. Además, fueron los candidatos del PAyS los que se encargaron de remarcar el mal desempeño de la gestión nacional, lo que se entendió como un despegue casi total entre el kirchnerismo y la renovación.
Por otro lado, en la campaña del gobierno provincial se utilizó la palabra “refresh” para mostrar a la población que era momento de empezar a “jugar con nuevos jugadores”, actores que venían fuera de la política partidaria con un sesgo de autonomía y con pretensiones pragmáticas para darle una solución a las problemáticas locales. El refresh no era solamente un cambio en el equipo, sino un cambio en la estrategia electoral que puso en la palestra a nuevos dirigentes sin acreditaciones partidarias y con llegada social desde otros ámbitos para debutar en la compulsa por los sufragios. Una modalidad que pretendía mostrar el Frente Cambiemos en el orden nacional como para separarse de lo que denominaba como “la vieja política”.
La buena imagen del gobernador Hugo Passalacqua y la confianza en la gestión que mostraban las encuestas de esos días, se le sumó el peso político de los candidatos que puso como oferta electoral el oficialismo. Maurice Closs y Ricardo Wellbach encabezaron las listas de Senadores y Diputados respectivamente, sumado a la ley de Lemas plasmó la victoria en casi todas las localidades de la provincia, aunque perdió en ciudades con importante caudal electoral como Posadas, Oberá, San Vicente e Iguazú. La maquinaria del oficialismo había activado con su nueva estrategia bien marcada: despegarse de las peleas que se observaban en los medios nacionales. Si bien desde Cambiemos se mostraron algo esperanzados por el devenir, en la renovación consiguieron la victoria y se mostró al país que desde un territorio periférico el poder no corría riesgos.
2019 No TODOS con boleta corta
Los festejos en el búnker de la renovación continuaron hasta el 3 de junio. Finalizado el conteo de votos, el Frente Renovador de la Concordia tenía claro el panorama sobre el devenir provincial. Había conseguido nuevamente, como en las últimas dos ejecutivas, una victoria aplastante y su estrategia de despegarse de “lo nacional” había funcionado adelantando las elecciones, con nuevos actores de la política local, una fuerte aprobación de la gestión y (por supuesto) con la Ley de Lemas. Más adelante, Oscar Herrera Ahuad recibió el traspaso de Hugo Passalacqua bajo la venia del conductor político del partido Carlos Rovira y hubo un tiempo de espera para observar las contiendas del 11 de agosto, día en que se llevaron a cabo las PASO.
Con ingeniería electoral y una lectura eficiente para los tiempos que se vivían, la renovación ganó de manera contundente. Corrió del escenario a sus contrincantes políticos y aplicó de lleno la polarización interna en la gran mayoría de los municipios que no lograron penetrar en la esfera de una fuerza partidaria aparentemente heterogénea, pero férrea en el respeto a las decisiones que se toman desde la conducción política. Del refresh se pasó a la expresión NEO 5.0 y de manera paralela, con un contexto sumamente complejo, el gobierno provincial puso en marcha lo que mejor sabe hacer: buscar votos.
Cristina Fernández de Kirchner, que venía de perder en las generales del 2017, realizó una jugada inesperada: Propuso a Alberto Fernández como su candidato a presidente y decidió escoltarlo en la boleta como su vice. El peronismo había avanzado en la unión de varios sectores y las negociaciones entre el kirchnerismo, massismo y el albertismo llegaron al puerto deseado. Mientras se consolidaba el frente, desde el oficialismo nacional se cometían errores no forzados que empezó a alejar ese acompañamiento que se había sellado en las elecciones anteriores. La economía no funcionaba como se esperaba, predominó la incertidumbre, hubo exceso de confianza y el presidente Mauricio Macri necesitó de una alianza con Miguel Pichetto para demostrar una carta peronista. No alcanzó y la derrota en las PASO hicieron resignar la idea de reelección.
“Alberto Presidente” se coreaba en la celebración del 27 de octubre, mientras predominaba la desconfianza entre los aliados subidos al escenario. Quizás, esa misma desconfianza había en Misiones que mostró señales de buena sintonía con el futuro gobierno, pero no como le hubiese gustado al kirchnerismo que se encargó de señalar a la boleta corta como una estrategia para no jugarse como en años anteriores.
Es que el Frente Renovador encontró un escenario de pragmatismo puro que les sentó muy cómodo durante los últimos años, referenciándose en lo local, aportando desde la gestión o en materia legislativa generando negociaciones sin compromisos que impliquen vulnerar el estado de autonomía. No estar en ningún lado de la grieta fue parte del slogan y continuar con el proceso de gobernabilidad con la administración local tuvo un efecto positivo en las elecciones provinciales, sin embargo, con un país polarizado, la estrategia para las contiendas generales sufrió un embate al que el oficialismo no estaba acostumbrado.
La boleta corta o participar solamente con la lista a diputados aferró la idea del misionerismo y no encontrarse bajo las órdenes de ninguna fuerza política nacional. No obstante, las consecuencias no fueron electoralmente buenas y de contar con 5 bancas en la cámara baja, se redujo a 3. Obtuvo un escaño y terminó tercero en unas contiendas sumamente polarizadas entre dos facciones que tenían sus respectivos candidatos a presidente. El desgloce permitió observar que el corte de boletas hubo una diferencia de más de 180 mil misioneros que eligieron a Alberto Fernández, pero no a sus candidatos a diputados nacionales, y si se observa aún más fino, casi la totalidad de esos votos fueron a la lista del Frente Renovador que encabezó Diego Sartori. Por otro lado, desde el Frente Cambiemos sólo hubo una diferencia de 20 mil votos entre la boleta que llevaba a Macri como presidente y Alfredo Schiavoni, como diputado nacional.
La indignación de los renovadores que criticaron la estrategia se estampilló algunos meses depués con una gestión que en los dos primeros años de gobierno no tuvo aciertos en materia económica como se esperó. Tampoco se hizo efectivo algunos reclamos propios para saldar las asimetrías con los paises limítrofes que permitan crecer a la competitividad local. Si bien, en términos institucionales, Mauricio Macri y Hugo Passalacqua tuvieron buenos gestos entre ellos, los reclamos más de fondo de la provincia no tuvieron una reacción positiva para saldar las diferencias que continúan frente a otras jurisdicciones más ricas del país.
El artículo 10 de la Ley PyME fue una de las cartas que más utilizó la renovación para mostrar el incumplimiento del Estado Nacional ante un pedido que le otorgue más holgura en términos económicos a Misiones. El oficialismo empuñó decididamente esta bandera para demostrar que un pedido justo para la provincia colisiona con un gobierno que opta por otras prioridades que no los involucra. Enmarcado con otra figura, pero la misma cuestión de fondo, volvió a reclamar al gobierno una “la zona aduanera especial” que tuvo un veto presidencial en el 2020 y no fue aprobado a fines del 2021 cuando se lo había nuevamente incorporado en el Presupuesto para el 2022.
2021 Jaque de la Polarización
Opositores al oficialismo local reconocieron el buen manejo de la pandemia del gobernador Oscar Herrera Ahuad durante todo el 2020, desde la Cámara de Representantes hubo unamidad en todas las leyes referenciadas a la salud y en el mapa global, Misiones se veía como una de las provincias con menor casos de Covid-19. El terreno parecía propicio para que el Frente Renovador tenga un triunfo sin precedentes en elecciones de medio término, sin embargo, no fue así y no pudo llegar a las 12 bancas que se obtuvieron en las legislativas del 2005 y en el 2009. El escenario de incertidumbre y una economía que se venía en picada no favoreció a las pretensiones del gobierno y ese capital político terminó en manos del Juntos por el Cambio abatido dos años atrás por el peronismo unido.
La pandemia había golpeado a varios gobiernos en todo el mundo, el mapa en clave electoral era impredecible y la dicotomía “salud o economía” predominó en la palestra de la política global. Este fue el contexto y esta fue la circunstancia con la que se encontraron los electores en las tres elecciones del 2021 en nuestro territorio. Atemorizados, en muchos casos, con barbijos, distancia social e higenización permanente, los misioneros fueron a votar el 6 de junio y la participación fue menor al 60% en la primera contienda en pandemia de todo el país.
“Primero Misiones” fue el slogan del oficialismo. Palabras claves para continuar en los lineamientos de un sentir local para afrontar problemas que competen a los ciudadanos de nuestra provincia. Fue en ese contexto, en el que se paró el Frente Renovador para demostrar que no hacían falta las auditorias del “país central” para corregir la organización de unas contiendas marcadas por una agenda contagiada de coronavirus.
El primer paso para encabezar la campaña, la renovación se aferró de estadísticas auspiciosas en términos económicos. Para el gobierno, Misiones fue una provincia donde se equilibró la economía con el cuidado de la salud, se crearon márgenes sanitarios y de concientización para poder desarrollar las distintas actividades como las productivas, industriales y comerciales. Por otro lado, a su favor, la recaudación local tuvo un crecimiento fuerte por el cierre de fronteras, pero además por la contención de los distintos programas del gobierno para evitar la caída del consumo interno.
Desde el plano opositor, con menos margen para hacer campaña contra el oficialismo local, Juntos por el Cambio consiguió seis bancas en la legislatura, y aunque perdió una en el global, fue un resultado inesperado que despertó confianza por el devenir electoral siguiente. En esta coyuntura, se aseguraron una victoria en las últimas contiendas del año. Escudados en la crítica a la administración de Alberto Fernández, entendieron que podrían ganar la adhesión de algunos indecisos que no los habían votado anteriormente y así fue. La alianza que une a la UCR, el PRO y Activar consiguió inmiscuirse en un plano de minoría, pero con proyección más sólida.
Al margen del triunfo político y la consolidación como fuerza, se destacó la cantidad de votos que se ganaron de une elección a otra, y si bien hubo una mayor participación en las de noviembre, el porcentaje aumentó notablemente. Juntos por el Cambio pasó del 27% al 40% y fue Martín Arjol el candidato que rápidamente lo capitalizó en términos políticos posicionando al radicalismo por encima de sus aliados.
En el Frente Renovador se optó por no confrontar, sino mostrarse amigable con electorado pasando por encima las discusiones propias de “la grieta”. Continuaron con la profundización de un modelo político que trabaja en concretar ideas para los misioneros sin quedar ligados a las exigencias que vengan “desde arriba”. El mensaje no penetró lo suficiente y más del 55% de los votantes optaron por una de las dos fuerzas políticas que predominan en el país.
Fue otro el panorama para el Frente de Todos que en las elecciones de junio consiguieron tres escaños en la legislatura local con una impronta marcada por las líneas del Gobierno Nacional. Inesperado para muchos, para otros no tanto, el kirchnerismo misionero, que en las encuestas daban muy abajo, sorprendió con el resultado. No tuvo la misma suerte en las contiendas por diputados nacionales que terminó sin lugar en la conformación en el nuevo Congreso, aunque había mejorado un punto porcentual respecto de las provinciales.
A nivel país la estrategia para mostrar una victoria de una derrota fue un acierto del Frente de Todos. Se levantaron la cantidad de votos en provincias claves y se tiñó el festejo de los verdaderos ganadores a nivel país. El Frente Juntos mejoró las estadísticas en casi todo el territorio argentino y volvió a esperanzarse por el regreso a las arcas del ejecutivo nacional. Atada su suerte a un envión económico, una serie de acuerdos con gobernadores y no cometer más errores no forzados, el gobierno de Alberto Fernández tiene dos años para consolidar esa idea que al peronismo unido no se le puede ganar, mientras desde el otro lado de la grieta esperan resolver cuestiones internas para salir al escenario electoral que rectifique lo que se consiguió en las últimas elecciones del año.