El Presidente sorprendió ayer con un anuncio que, hasta hace algunos años, podría haber sonado a tabú: adelantó que enviará un proyecto al Congreso para alentar el cultivo de cannabis medicinal e industrial. La temática puede ser llamativa para algunos distraídos, pero la Argentina en realidad lleva meses queriendo explorar este sector que busca exportar US$1000 millones en la próxima década, según estimaciones privadas.
Hace unos meses, el economista Andrés López comenzó una investigación encargada por el Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas. Sucede que el director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) es, además, miembro de un consejo asesor enfocado en el “cambio estructural”, al que el Gobierno le pidió ayuda para identificar los sectores prioritarios para la política industrial en la Argentina. El cannabis medicinal surgió como uno de ellos.
López fue quien estimó que el tamaño de la industria en el país podría llegar a los US$450 millones, si se considera el cannabis medicinal y el industrial. En el primer grupo hay medicamentos, aceites y nutracéuticos, comúnmente pensados para aliviar el dolor en enfermedades crónicas; en el segundo, hay cáñamo (planta del cannabis con bajísima concentración de psicoactivos) que se podría utilizar para el sector textil y el de los alimentos, por caso, y fabricación de alimentos o productos veterinarios con CBD, un componente del cannabis que no tiene propiedades psicoactivas.
Existe un universo atomizado de plantación de cannabis para fines medicinales a nivel artesanal, porque el autocultivo está permitido desde 2020, pero sin la trazabilidad y las exigencias que en realidad requeriría el sector como para despegar a nivel comercial, explica el economista. Para eso, hace falta un marco regulatorio que acompañe e impulse las inversiones a nivel industrial.
Algunos datos para entender el boom que vive la industria del cannabis a nivel mundial, recopilados por López: las actividades vinculadas a este sector generaron 200.000 puestos de trabajo en Estados Unidos; en Colombia, la consultora PwC estimó que se generan 17 empleos por hectárea de cultivo “outdoor” (al aire libre) y, según FDI Intelligence, la inversión extranjera directa en esta industria superó los US$1800 millones en 2019.
El cannabis medicinal ya se abrió paso por la mayor parte del continente americano. Colombia y Uruguay son líderes regionales de esta producción y el país charrúa ya realizó sus primeras exportaciones. Claro que no es nada fácil: como allí el uso recreacional es legal, para hacer sus primeros envíos a Alemania, uno de los mayores compradores europeos, tuvo que certificar la existencia de hectáreas y espacios únicamente dedicados a la producción de cannabis medicinal, explica López.
Como Canadá y Estados Unidos ya tienen una industria desarrollada y se autoabastecen, la oportunidad para la Argentina está en Europa, señala el economista. La Argentina corre con ventajas de costos y de contraestación, es decir, aquí es verano cuando allí es invierno. Las condiciones climáticas no son tan buenas como en la Colombia tropical, pero el potencial está, dice López. Hace falta inversión: para obtener la trazabilidad requerida para hacer un producto medicinal de exportación, es mejor cultivar en invernaderos, y además, conseguir permisos es caro, explica. Está todo por hacerse, pero no será de un día para el otro, advierte.
Mientras tanto, y a partir de que se fue flexibilizando el marco normativo, hay desarrollos que están activos, como Cannava, con participación del gobierno jujeño, y la privada Pampa Hemp, una empresa que quiere cultivar en Pergamino de la mano de Pablo Fazio, creador de la cerveza Otro Mundo y presidente de Argencann, la Cámara Argentina del Cannabis.
La empresa de Fazio, que prevé una inversión de US$600.000 para poner en marcha dos invernaderos de 270 metros cuadrados, está esperando la autorización del Ministerio de Salud para poder importar semillas y comenzar con el cultivo. El empresario se entusiasma con algunos números de lo que esta industria podría significarle a la Argentina: estima exportaciones por US$1000 millones en los próximos 10 años y 1500 puestos de trabajo creados en cuatro años.
“La Argentina tiene que aprovechar su condición de país agroexportador, su sector académico y de investigación fuerte y su industria farmacéutica”, señala Fazio. El país podría exportar medicamentos, alimentos, fitopreparados y el principio activo, añade.
El componente “de moda” es el CBD, que no tiene propiedades psicoactivas, sino de estabilización del sistema nervioso, entre otras. Hay toda una industria de alimentos que incorpora este ingrediente y que en Estados Unidos movió US$25.000 millones el año pasado, dice. Imagina una Argentina con yerba mate o té con CBD produciendo para el mercado interno y para la exportación.
Hay varias provincias que están en la carrera por el cannabis medicinal e industrial. La Rioja, Misiones y la provincia de Buenos Aires son algunas de ellas. En esta última está también la empresa municipal de General La Madrid, que ya lleva invertidos unos $6 millones en un predio de 20 hectáreas con invernáculos. También espera la aprobación del Ministerio de Salud para poder importar semillas, explica su intendente, Martín Randazzo. “Es una inversión del estado municipal para poder plantar legalmente y generar políticas públicas relacionadas con la salud para muchas personas que necesitan el tratamiento con cannabis medicinal”, explica el funcionario.